EL SUEÑO DE TERPSÍCORE.
Arriba la imagen sobre la que había que construir el microrrelato. Terpsícore: En griego Τερψιχόρη, "La que deleita en la danza", es la musa de la danza, de la Poesía-Ligera propia para acompañar en el baile a los coros de danzantes. Hija de Zeus. Se la representada como una joven esbelta, con un aire jovial y de actitud ligera. Guirnaldas de flores forman su corona y entre sus manos, hace sonar una lira.
Terpsícore (madre) junto con Aqueloo o Forcis (padre) aparecen como los progenitores de las sirenas (divinidades marinas dotadas de una maravillosa voz), que osaron competir con las musas, quienes las derrotaron y arrancaron las plumas. Avergonzadas, las sirenas se retiraron a las costas de Sicilia donde, con su canto, ejercían tan poderosa atracción sobre los marinos, que éstos no podían evitar que sus navíos se estrellaran contra las rocas.
LA HOJARASCA
Esperan las hojas bajo sus pies.
Fueron pacientes, sobre las ramas, soñando el ritmo al son de los suspiros de nube.
Permanecen agazapadas, absortas sondeando su alma.
La noche nace como de las velas a la espera del tremor que alzará la seda.
Una voz profunda rescata los versos que liberan una pandora de armonías.
Algunas candelas, ruborosas, se ahogan en la emoción. Otras, azoradas, cimbrean su alegría y se funden con las sombras.
El aliento del verso final cercena la vaina y una hoja, la última, cadenciosa, fiel a su plan de vuelo, se ovilla sobre el dorso de su mano.
Un leve giro aborta el salto definitivo y el hilo al que viene cosida, conmovido, se estremece y alza su cuerpo ingrávido.
Zapatillas al pairo, la melodía acaricia unos pies que emergen de sus entrañas mecidos en la paciente hojarasca.
Una lágrima encinta abandona su hogar.
Alumbrará una musa.
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asier maia anabitarte